
Día 1 al 7
Inicia el viaje.
El día 1 es el primer día de sangrado. Estos siete primeros días , las hermanas se mantienen fuera de la fundación, apartadas en sus casas, sobre las cuales flamea una bandera roja en señal de impureza.
En los días previos, la mujer que va a entrar en jornada compra todos los enseres necesarios y prepara sus prendas especiales para este viaje. Asimismo, ha coordinado con su rey, sus hijos, sus familiares y otras hermanas lo necesario hasta el tiempo de su libertad.
Esta primera semana tiene como propósitos descansar cuerpo y mente, alimentarse bien, ocupar el tiempo en estudiar o dedicarse al jardín. Otras actividades comunes incluyen bordar y tejer. Este tiempo no está dedicado a lo eclesiástico, por lo que se puede guardar sabbath pero no se viste de blanco.
Son 3 los principios del ministerio de la mujer: el de purificación general, el de purificación de la madre, y el del ángel que ministra.
El ángel que ministra es una hermana que ya pasó pasó del día 28 –podría variar un poco dependiendo de los ciclos personales de estas pero debería ser 28 de acuerdo a los tiempos del ciclo de la Luna,- y debe ministrar a las hermanas que ya comenzaron su viaje. Esta hermana tiene que asegurar que no le falte nada a la hermana que ha entrado en jornada, procurar su tranquilidad. Ella hace los recados, envía mensajes al rey –si la hermana tuviese rey– y este último también le entrega lo que necesita para su reina en jornada.
Durante esta primera semana, los hermanos cuyas reinas han iniciado el apartamiento van a La Colina y dedican mayor tiempo a la Iglesia y la organización del Congreso.
Preservar los espacios cotidianos y ceremoniales libres de polución es parte central de la vida en el EABIC. Para ello existe una codificada ritualidad que habita en el corazón mismo de la cosmovisión sobre el papel del hombre negro y la mujer negra en el mundo y en la historia.
El control y prevención de la polución incumbe tanto a hombres y mujeres boboshanti, pues la divinidad de los ambientes debe ser procurada por todos y todas, desde el más pequeño hasta el mayor de todos. Sin embargo, las formas de la polución y los códigos rituales para la purificación afectan de modo particular a profetas y sacerdotes, y a emperatrices.
De modo general, en el EABIC, las categorías para normar la polución o los periodos de purificación no se dividen por género sino por otra terminología como la de poluciones secas y frescas. La clasificación presentada en esta web busca visibilizar las formas de aprehender esta experiencia de saberes y prácticas a través de la aproximación del etnógrafo en el campo.
Día 8 al 14
Inicia la purificación
En la segunda semana del apartamiento, empieza el tiempo de purificación. Ya, sin sangrado, las hermanas emprenden una fase distinta de su viaje, que consiste en atravesar un tiempo para lograr nuevamente la pureza. Durante este tiempo, el apartamiento adquiere otras condiciones porque se entiende que la mujer se está limpiando. Deben cumplirse siete días para que el cuerpo deje atrás la polución y recupere esa limpieza que le asegura la ausencia de sangre o de fluidos.
En esta semana, la mujer retoma los días de ayuno, lee más la Biblia, practica coros, himnos, puede traducirlos si domina el inglés, y se dedica de lleno a los trabajos manuales en que se desenvuelve: hace trabajos de artesanía, de costura, de producción de cosméticos, etc.
Asimismo, en este tiempo, la hermana vuelve a vestirse de blanco en Sabbath y va retomando lo eclesiástico, pero dentro de las puertas del hogar.
Día 21 al 28
Fin del viaje y libertad.
La mujer sale de su tiempo de apartamiento y vuelve a la fundación, tanto a la oficina del Congreso como al Tabernáculo y puede participar libremente de los servicios.
Se dice de este tiempo que la hermanas están "libres" pero ellas insisten en que el tiempo de jornada y purificación no es un encierro, sino un modo de vivir antiguo que trae la paz al mundo.
Trae una paz en lo inmediato en la esfera de lo social porque en los siete días en que rey reina se reencuentran difícilmente discutirán por cosas vanas y más bien fortalecerán su unión.
Trae paz en lo futuro desde una dimensión mística porque la sangre vertida en el jardín ha sido devuelta a la tierra en un gesto de amor con la intención de pedir paz a una humanidad regida por el mundo blanco del odio, la maldad y la corrupción.
La divinidad del sacerdocio
En los principios, se enseña que un valor central del orden en el Congreso Negro es mantener la divinidad de los profetas y sacerdotes. Para ello, la congregación debe asegurar que la fundación esté libre de poluciones tanto a nivel físico como a nivel espiritual. Los sacerdotes y profetas son los primeros llamados a cumplir estos principios y es labor fundamentalmente sacerdotal enseñarlos y promoverlos en todo tiempo.
Como principio general de vida, el hombre boboshanti debe conservar limpia la pieza donde descansa tanto como los ambientes que comparte con sus hermanos. De ahí que un objeto importante en su cotidianidad es la escoba, elemento físico tanto de la limpieza tangible como de la espiritual. Barrer es una tarea diaria y se lleva a cabo varias veces al día en los espacios sociales donde se habita y en los ceremoniales donde se hace servicio. Por ello, desde muy temprano en la mañana, antes de que el Sol salga y hasta antes que el Sol se ponga, los hermanos pasan escoba a los ambientes interiores y no techados de la oficina del Congreso.

Mantener la pureza de mente, espíritu y cuerpo asegura la conservación de la divinidad que ha de tener el hombre de bien. Profetas y sacerdotes son responsables de mantener limpios sus pensamientos y corazones tanto como sus espacios de tránsito y trabajo. Por ese motivo, también hay un orden en la alimentación. Los alimentos son esencialmente vegetarianos y no provienen de enredadera o planta que se arrastre para evitar los pensamientos confusos. No pueden ser servidos con manos impuras ni maliciosas y deben ser preparados en la Cocina Universal que procura proveer comida al menos a cada boca que vive en El Congreso. Naturalmente, algunos hermanos asumen esta tarea de servicio, pero todo varón coronado en estado de pureza está capacitado para asumir esa función

La polución es un asunto serio. La participación en todos los espacios implica un estado libre de polución pues cada uno de estos se halla investido de sacralidad. No obstante, está implícito que la participación en los servicios demanda un mayor cuidado en la limpieza del espíritu. Por ejemplo, se entiende que ni sacerdote ni profeta deben participar de los servicios si ha tenido relaciones con sus reinas aquel día.
En los principios está escrito que "Todo razonamiento debe ser sobre la Salvación de Yesus, el Cristo Negro" al punto que "Cualquiera que sea encontrado razonando cualquier argumento perdido que no tenga que ver con Salvación se le pedirá que salga de la Fundación".
También, según los principios, "los hermanos deben mantenerse alejados de las casas de las Emperatrices cuando haya bandera roja arriba. Durante ese tiempo, todos los hermanos deben mantenerse a una distancia segura de la cerca". Tampoco deben "tocar a la hermana que está ministrando [y] mantenerse lejos de los pequeños que estén ministrando con ella para estar libres de la polución".



La polución y purificación femeninas son asuntos muy normados en el Congreso. La norma general de la polución fresca por sangre afecta de manera particular a las mujeres boboshanti en sus periodos menstruales, que en el EABIC reciben el nombre de jornada. No obstante, el tiempo de purificación abarca más días que los del solo periodo: 7 días de jornada, primeros 7 días de purificación y últimos 7 días de purificación.
Durante el tiempo previo a la jornada, durante esta y en la purificación, las hermanas no participan de las actividades eclesiásticas y su interacción con el resto de hermanos y hermanas tiene restricciones y códigos de conducta sabidos por todos y todas.
El periodo de guardar de 21 días es un práctica que regula la vida no solo de las mujeres en el EABIC. De un lado, las actividades de ellas mismas y su familia deben contemplar estos ciclos de apartamiento. De otro, la comunidad misma regula la vida en su conjunto, pues este es el tiempo en que los varones están más dedicados a la Iglesia y el apartamiento femenino regula cosas importantes como la tasa de natalidad.
Existe una visión que viene de la doctrina y otra que proviene de entendimientos más bien individuales de este tiempo de apartamiento; ambas convergen en el discurso de las mujeres boboshanti sobre la cuestión.
Desde la oficialidad eclesiástica, se enseña que el ministerio de la mujer es de tipo terrenal y que esta tiene una conexión íntima y profunda con la tierra. A partir de este razonamiento, la devolución de la sangre a la tierra es un acto amoroso de la mujer de bien hacia el mundo.
A partir de razonamientos personales, que beben de esta enseñanza sacerdotal, las mujeres boboshanti conciben su tiempo apartamiento como una práctica ancestral africana y conectan sus ciclos con poderes místicos vinculados a la relación de la mujer con fuerzas de la creación. La conexión con el ciclo lunar es una de las más potentes.
En esta sección de la página, se explica interactivamente los ciclos al interior del tiempo de jornada y purificación, al tiempo que se presentan los testimonios de algunas hermanas de la congregación que dan cuenta de su propio entendimiento y experiencia sobre esta vivencia central en la vida de una mujer boboshanti.
Para participar interactivamente de este saber, se sugiere dar click en los ciclos lunares correspondientes a cada bloque de 7 días: día 1 al 7, día 8 al 14, día 15 al 21 y día 22 al 28.
Última semana del viaje
Los siete últimos días de jornada, el viaje deja de ser tan solitario y se reanuda un cierto contacto con el entorno familiar, aunque todavía no se ingresa a la fundación.
Las hermanas vienen preparándose para estos días y van disponiendo todo para su pronta salida del tiempo de jornada. Aquí aún no hay contacto físico entre la pareja y sigue la dinámica de alcanzarse ropa, alimento u otras cosas por del ángel que ministra, una hermana que está libre y que le deja los encargos a la hermana en jornada. Tampoco esta hermana que asiste debe ver el rostro de la mujer en su tiempo.
Evitar el contacto visual es parte del orden en el apartamiento durante la jornada. Desde los primeros días de jornada hasta la última semana, el ángel que ministra apenas tiene contacto con la hermana apartada. La primera no ingresa a la casa, no toca la cerca, ni ve ni oye a la hermana en su viaje. Si entrase a la casa, viera su rostro u oyese su voz, entraría en polución.